miércoles, 21 de enero de 2009

Carta Renucia de Fernando Ubiergo

Consejo Directivo
Sociedad Chilena del Derecho de Autor
Presente

Estimados consejeros.

Hace pocos días me he enterado por la prensa y sitios de Internet que, con ocasión de una charla sobre los derechos de autor y la SCD que realicé en la ciudad de Antofagasta, invitado por el Consejo regional de Cultura, un periodista junto a los asistentes a dicho encuentro pudieron apreciar en la pantalla dispuesta para esa exposición, un mensaje que enviaba el propio computador y que señalaba que el programa utilizado no era original o copia autorizada. Respecto de lo anterior señalo: Que el computador, los programas y el power point utilizados son de propiedad de la SCD, quien lo ha dispuesto para el uso del presidente del Consejo
Que desconozco totalmente las causas técnicas o de cualquier índole que expliquen el bochornoso episodio.
Que he consultado a los ejecutivos de la SCD, y se me ha dicho que tanto este computador como los 150 que operan cuentan con los respaldos y garantías, con sus licencias respectivas y que investigan que pudo provocar tan lamentable hecho para poder entregar una respuesta aclaratoria sobre este hecho.Por mi parte, como presidente, y cara visible de esta organización, pienso que una institución de esta jerarquía y por la naturaleza de su que hacer debe ser ejemplo de idoneidad y absoluta transparencia en cada uno de los procedimientos y acciones y esto también alcanza sus consejeros, directores y ejecutivos.
No tengo dudas que esta es una sociedad rigurosa en este sentido y que cumple a cabalidad con todos sus procesos de forma eficiente. No obstante esto, no puede el presidente de esta organización verse expuesto a un episodio tan bochornoso y cuestionable, que despierte sospechas y alimente dudas no sólo sobre esta institución, si no que enlodan y comprometen la causa de los músicos chilenos y, por cierto, mi imagen personal.
Lo sucedido me ha expuesto a ataques personales de los que no me puedo defender por que efectivamente las personas que me cuestionan tienen argumentos fundamentados y que para mi son irrefutables. No puede ser que quien defiende los derechos de autor, realice una charla desde un computador con copia no actualizada, autorizada, o pirata. Algo tan simple y brutal como eso.
En mi opinión, y más allá de la razón que haya provocado este vergonzoso incidente, el hecho se produjo, y considero un deber moral asumirlo, responder con franqueza con todos los antecedentes del caso. Las cosas no sólo deben ser, también deben parecer, y esto que ha sucedido se ve muy mal, es un hecho impresentable.
Estimo que el insólito episodio, que compromete la lucha por los autores, demanda una respuesta, a la altura, que considere la gravedad de lo acontecido, sin minimizar nada, pues una actitud de ese tenor sólo restará sustento moral y debilitará la defensa de los derechos de los autores en el futuro. El rol de presidente de los autores, elegido por estos, encarna los valores nobles de la creación y es justo eso lo que hoy está severamente dañado. Lamento que este hecho ocurra precisamente en momentos en que he desplegado tanta energía por la causa de mis compañeros músicos y de los otros oficios del arte. Cuando consolidábamos una organización nacional de artistas que intenta enfrentar como una sola voz los enormes desafíos que nos afectan como trabajadores de la cultura. Eso me duele.
Pero debo ser consecuente con lo que creo y por lo que he luchado tantos años. Esta falta, error, o como quiera llamársele, debe ser asumida por nosotros como tal, sin esconder la cabeza, por la dignidad y la lucha de los artistas de Chile que es un bien superior permanente.
Por tanto Lo primero que debemos exigir es que los responsables directos de este daño inmenso a la causa de los autores respondan claro, sin ambiguedades y con la verdad que lo que corresponde. Estimados consejeros, es por lo anterior y en pro de la necesaria transparencia que debe sustentar una entidad como esta y por mi propio honor, es que comunico formalmente a ustedes mi decisión irrevocable, de renunciar a este cargo, en la certeza que ustedes, con más fuerza y sabiduría continuarán la misión.
Fernando Ubiergo

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