jueves, 4 de diciembre de 2008

El Terminal (crónica sobre Bonilla con Felix García)

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El periodismo tiende a estigmatizar o más directamente: funar. Hay una delgada línea en cuanto a la denuncia y funa. En Antofagasta hay poblaciones malas y buenas. No hay término medio como sucede en casi todo Chile. Casas de la droga; casas blindadas de quitadas; supermercados de las drogas o poblaciones marginales. Todas estas clasifican en malas. La prensa es cruel a la hora de calificar. Hay una obvia cuestión económica, de poder, en todo esto. En esta crónica describo lo que me contó un amigo en un almuerzo opíparo en el Panda, comedor libre medio oriental, de calle Latorre con Baquedano. El MAN se comió tres platos, y tres postres, más dos cervezas. Tenía hambre el gueón. Yo no lo hice mal. Estaba bueno el ají relleno. El man de dedos negros por la grasa de las micros, vive de los 16 años en la población Bonilla. Tiene 34 años. Lucha contra la pasta base, para él es “como un cáncer que a veces desaparece y viceversa”. La historia es conocida: por la pasta base perdió mujer e hijo y el trabajo. Hoy es mecánico del terminal de buses del TransAntofagasta -una versión rasca del Transantiago-. Meses atrás fue mecánico de Finning en Escondida. Cayó bajo, pero está en el proceso recuperación, de retomar; yo le creo. En el terminal ya lo confundieron por rati.
-Qué tenís hambre gueón-
En Bonilla con Félix Garcia -cerca de la Escuela Padre Cariola- a la gente le dicen gallinas. Todos caminan mirando al suelo, como si buscaran maíz para picotear. Una colilla de cigarrillo en la mente descolorida puede agarrar forma de un mono de pasta base. Un mono de paste base hace más entretenido el rato. Siempre hay familias que se salvan, pero la mayoría anda en lo mismo, por lo menos en Bonilla con Félix García, el supermercado de la droga, dicen en el terminal, el hoyo de Antofagasta, el último lugar. Cómo cambia la ciudad de norte a sur: En el sur la mayoría anda con la cabeza erguida como pato, dijo el mecánico, dijo el micrero. Antofagasta es una ciudad partida en dos, donde cada extremo, norte y sur, revela las diferencias. Por un lado la marginalidad de la droga –norte, en el terminal- y por otro la opulencia (extremo sur). Las micros van y vienen. Es el recorrido, el círculo. De la arena al castillo y del castillo a la arena.
-¿Me puedo comer otro postre?-
-Que te digo yo, come gueón, come-
El terminal. Las manos con grasa. El comercio clandestino de petróleo. Olor a quema entre petróleo y químico. Tufo a pasta. Las golpiza a un micrero por unos pendejos angustiados. Disparos al aire. Estuve a punto de agarrar a palazos a uno de los pendejos, pero en el momento me arrepentí. Menos mal. Uno le pega y después ellos vuelven con la familia, los vecinos, las tías, los amigos. Te sacan la cresta. He visto como han pateado personas en el suelo. He visto como la cabeza se transforma en una sandía reventada. La gente de acá, en el terminal, se ofende rápido. Polvoritas. Nadie te aguanta que les digas gueón, por ejemplo. Gueón es un insulto y ya te vas a las manos. Yo he tenido suerte. Anduve por las noches, de madrugada incluso, por las calles comprando pasta. En el infierno. Si no le digo infierno, realtivizo, así que infierno. Fue hace dos semanas. Nunca me hicieron nada. Creo que me ubican. Llevo como 20 años por el barrio. Tú sabes que lo mío comenzó en el liceo. Luego no sé. Ahora vivo en una pensión, al frente del Liceo Don Bosco, donde también viven unos peruanos. Claro, me echaron de la casa. No es un mal lugar, pero me he aguantado la soledad, a veces el hambre. Estoy más flaco. Ayer, por ejemplo, el dueño de la micro me pagó dos lucas por el día. Poco. Con dos lucas como.Las mayoría de las veces papas fritas. Hace dos mes ganaba cerca del millón de pesos ¿Recuerdas las parrilladas en El Arriero y después el Tsunami? Un día estos gueones del terminal me confundieron por rati. Todo por que hablo bien y me visto mejor que ellos. Le aclaré que soy mecánico de profesión. Entiendo esto período como un trance, un momento. Lo bueno que ya me llamaron para irme a trabajar a Calama.
-¿Quedaste con hambre?-
-Pide más postre de sandía-
Después de las 19 horas el terminal es una cloaca. Con la oscuridad aumenta la ansiedad por fumar. El olor. Algunos choferes fuman y otros se aprovechan. Hay niñas de 14-15 años que se prostituyen. He visto madres que ofrecen a sus hijas por fumar. Mujeres que adaptan sus casas para fumaderos o como tiradero clandestino. Abundan los tiradares. La gente fuma y culea. No todos son choferes los que se van a tirar a las niñitas. Hay de todo. Hay un travesti que se ofrece frente a la comisaría. Parece mujer. Me habló como mujer. Fuimos. Fumamos. Me da lo mismo habérmelo tirado o no, y creo que eso no importa en estos momentos. Los pacos hacen la vista gorda. El travesti, que vive al frente de ellos, me lo dijo y uno también lo sabe. Creo que las autoridades o los pacos dejan que todo siga igual. No quieren involucrarse. Nadie quiere involucrarse con esto.
-¿Quedaste con hambre gueón?-
-No. Préstame dos lucas para la fotocopia del currículum-

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