miércoles, 22 de agosto de 2007

Matria

Escribe: Antonio Silva - Poeta

la ópera fue ensayada día y noche, una pieza sentimental para los comensales
una pequeña ventanita de cholguán y visillo color muerto permite al lector fisgonear

– y porqué no reír de la india travestida de selva lírica.


Yo no elegí el operático decorado de la cordillera
pero
pinté de sal y rosa los Andes
para contemplar en él, el blancor de una patria,
Me vestí con los atavíos de mi madre.
Me saqué los ojos para nombrar
Edipa santificada de coronas
En la ceguera vi a la india que cuelga de mis vértebras,
loca que ejercita en mapuñol
el celular corro de las soledades.
¿Cómo comprender el pajaral canto de tu boca en el níveo anonimato de las palabras?
¿ A quién preguntarle por el sur o el norte?.
He inventado una patria para los despatriados,
mi pequeña ítaca, mi futura lengua
Para el ignoto fulgor que vibra en ventanas tapiadas,
Para el hechizo que una mujer despliega en la finitud de las tiendas
Para la carcajada cesante en la fugacidad de un atardecer alcohólico
en un tempo áfono y áfasico
Para el cuenco donde las cosas caen y,
donde cada sentido riza la concavidad de un cuerpo
Para la pequeña distancia de tus huesos
que imita un futuro día blanco Blanco
de mi memoria
Para el espejal gesto de tu mano
en la trenza de la selva
Para la disposición de lo bello;
el oxigeno de tu boca sobre
el pelaje de mis dedos
Para tu cabeza india
Ramera Amancebada de sol Azteca
Ona Maya Zapoteca araucanita
Quechua Aimará Naguatl
De sangre mi vestido jamás americana
Huk Indiapa Minueto
Trompanne Gapachacun Tzay Ichisaj Selvapita Uchkunkaj

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